Jumat, 22 April 2011

Cuernos por amor. Siempre.

He leído en el foro de "Maridos cornudos" de Yahoo.com.ar una polémica sobre por qué algunos hombres sentimos placer al ver a la mujer que amamos, follando en brazos de otros. Y todos han dado su versión, pero ha llamado mi atención la que ha dado la mujer de un marido cornudo:

“Muchachos:
Puedo aceptar que estén felices porque sus mujeres han dormido con otro tipo; de mi parte, saber que mi marido se excita pensando que he podido tener sexo con otro hombre me hace sentir, por un lado, superior a él, porque conozco su debilidad y, por otro lado, no lo veo como un hombre completo: dejar que su mujer sea infiel, sin hacer nada para oponerse, ni reaccionar, demuestra que no es hombre suficiente para mí”.

Y uno la comprende, porque tampoco puedo estar a la altura. Me cuesta que se ponga dura como no sea en situaciones de humillación y sometimiento por amor, a sus cuernos. Porque tampoco soy un hombre completo y la comprendo perfectamente. Comprendo lo que siente, aunque existe un matiz que ella no capta: nosotros nos oponemos a la infidelidad por placer y no porque seamos menos hombres.

Ahí yerra. Los cuernos son por amor, por entrega, por ofrecerle a ella lo más valioso que tienes. Tu dignidad como hombre. Y es precisamente esa “ofrenda” lo que te hace gozar. Saber que tu amor por ella es sin límites y que, por tanto, ella es libre para follar con otros machos y humillarte con ella, para su placer. De eso se trata. Son cuernos por amor, por entrega a ella, por darle todo lo que tienes, tu don más preciado: tu virilidad, tu orgullo de macho. No creo que haya mayor prueba de amor que esa. Pero ella parece que no lo entiende.

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